IWIA es el Demonio de la Selva
Los habitantes de la selva, saben que Iwia, era el demonio más terrible de todos los demonios y que habitó la Amazonía desde siempre. Vivía cerca de los ríos y le gustaba salir en las noches oscuras para devorar a cualquier indígena, y si encontraba algún animal también se lo comía. El Iwia observaba a los cazadores, desde la cima de las copas de los árboles, cuando veía que alguien se acercaba imitaba los sonidos de las aves, para que ellos no se asustaran. Iwia, que tenía unos enormes brazos, estiraba sus manos y se hacía invisible, agarraba a un hombre y lo apretaba, después lo guarda en su shigra de colores. Cuando terminaba su cacería paseaba por la selva y si tenía hambre se los comía uno por uno. El demonio comía mucho y por esa razón, estaba acabando con los pobladores de la selva y también con los animales.
Un día atrapó a toda una familia de shuaras, y como no había comido en varios días, devoró con rapidez a la familia, pero al darse cuenta de que eran los últimos hombres en la selva, decidió dejar vivo a uno, al más pequeño que se llamaba Etsa
La mentira de IWIA
El Iwia, hizo creer a Etsa que era su hijo, y desde que era muy pequeño le ordenaba cazar animales para su alimento. Etsa salía a la selva por varias horas, inclusive por días enteros para poder llenar la shigra del Iwia. Debía encontrar sobre todo aves, esos pequeños animales eran los favoritos de aquel terrible demonio. Con el pasar de los días, el muchacho se daba cuenta que las aves eran más escasas, Etsa se entristeció cuando ya no pudo escuchar el canto de los pájaros pues él no quería causar tanto daño en la selva, pero estaba obligado, pues creía que el Iwia era su padre. Cuando llegó el día en que no hubo ni un ave en toda la selva, En medio del silencio, Etsa pensó en lo que había hecho y lloró amargamente, pero de repente escuchó una paloma y se sorprendió mucho, despacio tomó su cerbatana y cuando iba a cazar al animalito, su corazón no se lo permitió y dijo: Amiga, vuela muy lejos de aquí pues mi padre quiere devorarte. La paloma voló muy lejos, cuando estaba a cierta distancia, se detuvo y regresó nuevamente para hablar con Etsa.
Etsa descubrió la verdad sobre su padre
Desde una rama le dijo: Como un regalo de mi parte, por haber sido tan bueno y tener un corazón noble, voy a revelarte la verdad. El Iwia, no es tu padre. Hace alos, cuando eras muy pequeño, el demonio devoró a toda tu familia y te conservó como su esclavo, puedes liberarte de él.
Al escuchar estas palabras, Etsa sintió mucha furia, pero se dio cuenta que era todo tarde para su familia y para todas las aves que él había cazado. Al ver el rostro triste del joven, la paloma le habló nuevamente: Camina por la selva recoge las plumas de las aves que estén en el suelo y colócalas dentro de tu cerbatana, del lado contrario del que usas para la caza y sopla. Etsa obedeció a la paloma y fue a la selva, encontró las plumas y sopló la cerbatana cómo le indicó. De la cerbatana salieron miles de pájaros de colores brillantes y la selva nuevamente se inundó de los cantos de las aves.
Etsa estaba muy feliz, pero recordó que el Iwia todavía podía causar daño. Así que buscó al demonio que estaba profundamente dormido, pues había comido demasiado los días anteriores y dormía plácidamente en el río. Se apresuró y vio que era el momento oportuno para acabar con el Iwia y dejar a la selva libre del demonio que destruía a todos.