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La Doncella de Pumapungo | Leyenda cuencana

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En los tiempos en que los incas gobernaban estas tierras, la gran ciudad de Tomebamba se alzaba majestuosa sobre los valles de lo que hoy es Cuenca. Entre sus construcciones más imponentes estaba Pumapungo, un palacio de descanso para los emperadores y su corte, rodeado de jardines floridos y estanques que reflejaban la luz dorada del sol. Allí habitaban las Virgenes del Sol, jóvenes escogidas por su pureza y belleza, quienes dedicaban su vida a rendir tributo a Inti, el dios Sol, y a servir a la nobleza incaica.

Entre ellas se encontraba Nina (significa Fuego en Quechua), una muchacha de ojos oscuros como la noche y un cabello largo que brillaba como el oro al amanecer. Desde su niñez, había sido criada en los muros del palacio, instruida en las artes del canto, la danza y la ceremonia. Su destino era servir a los dioses y a los emperadores, pero su corazón latía por otro designio.

En una de sus salidas al templo de Pachacámac, Nina conoció a un joven Sacerdote que se encargaba de los rituales sagrados. Era un hombre sabio, de mirada profunda y espíritu libre, que conocía los secretos del viento y los mensajes de los astros. Desde el primer encuentro, sus almas se entrelazaron en un amor prohibido, como el fuego y la lluvia.

Cada noche de luna llena, Nina se deslizaba en silencio por los jardines de Pumapungo para encontrarse con su amado entre las sombras de los árboles. Bajo la luz plateada del cielo, se prometían amor eterno, contando las estrellas y dejando que la brisa nocturna los envolviera. Era un amor clandestino, oculto de los ojos de los dioses y del poder del emperador.

Nina, la Doncella fue descubierta

Sin embargo, el destino, siempre celoso de la felicidad, los traicionó. Un guardia, al seguir las huellas de Nina en la hierba, descubrió el secreto y llevó la noticia ante el Sapa Inca, quien, lleno de ira, decretó un castigo implacable: el chamán debía morir.

El joven fue capturado y sacrificado a los dioses sin que Nina lo supiera. Pero a ella no se le impuso la pena de muerte. Su castigo sería más cruel: la ignorancia de la verdad.

Día tras día, noche tras noche, la doncella acudió a su sitio de encuentro, aguardando a su amado, llamándolo con la voz temblorosa del viento. Pero nunca llegó. Durante meses, permaneció allí, esperando con los ojos fijos en el horizonte, con la esperanza rota y el alma en ruinas. Su tristeza fue tan grande, su dolor tan insoportable, que su frágil cuerpo cedió ante la pena y exhaló su último aliento en aquel jardín, donde por última vez contempló la luna.

Desde entonces, se dice que en las noches de luna llena, cuando el viento susurra entre las ruinas de Pumapungo, se escucha el lamento de Nina, su voz quebrada llamando a su amor perdido. Algunos afirman haber visto una figura vaporosa vagando entre los jardines, con el rostro cubierto de lágrimas de plata. Otros cuentan que si alguien se detiene demasiado tiempo en el lugar de su muerte, sentirá un frío inexplicable, como si unas manos invisibles intentaran aferrarlo para que jamás se marche.

La Doncella de Pumapungo sigue allí, prisionera de su pena, esperando eternamente por aquel que nunca volverá.

Video de la leyenda cuencana "La Doncella de Pumapungo"

Análisis de la leyenda desde el pensamiento Inca

La leyenda de La Doncella de Pumapungo refleja la cosmovisión inca, donde el equilibrio entre lo divino y lo terrenal era fundamental. Nina, como Doncella del Sol, tenía un destino sagrado, pero su amor prohibido con un chamán quebrantó el orden establecido. Para los incas, las acciones tenían consecuencias ineludibles dentro del principio del Ayni, por lo que el chamán fue sacrificado y Nina condenada a la incertidumbre, un castigo más cruel que la muerte.

Su espíritu errante en Pumapungo muestra la creencia inca en la continuidad del alma, donde los muertos aún influían en el mundo de los vivos. Además, la luna, el viento y las ruinas representan la profunda relación de los incas con la naturaleza. Su lamento, aún audible en noches de luna llena, simboliza el orden sagrado incaico, recordando que las pasiones humanas no podían desafiar la voluntad de los dioses ni la autoridad del emperador.

Dónde queda Pumapungo el lugar de la leyenda?

El Museo y Parque Arqueológico Pumapungo es una Entidad Operativa Desconcentrada (EOD) del Ministerio de Cultura y Patrimonio, ubicada en Cuenca.

Dirección: Calle Larga y Av. Huayna Capac

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