La leyenda cuencana que vamos a contar, relata la historia del farol de la viuda; esta mujer misteriosamente fue perdiendo la razón y cometió un terrible error y según dicen, su alma hasta el día de hoy trata de remediarlo.
Cerca del río de Tomebamba, una mujer casada, salía a caminar todas las noches para encontrarse con un hombre que no era su esposo. Con el fin de que su marido no tuviera ninguna sospecha, decía que salía a dar un paseo con su hijo pequeño, porque de lo contrario el chiquillo no podía dormir
Así, cada noche paseaba por las orillas del río, acompañada por su amante y su hijo. La dama, estaba profundamente enamorada de aquel hombre con el que daba sus recorridos nocturnos, había veces que perdía la noción del tiempo y le parecía que eran solo los dos en el mundo.
Probablemente, una de esas noches en que se encontraba junto a aquel hombre, perdió la cordura debido a los sentimientos que la embargaban y sin darse cuenta dejó caer al pequeño niño al río.
Después de pocos minutos, recobró el juicio y desesperadamente empezó a buscar a su hijo, fue a su casa a buscar un farol de petróleo para facilitar su tarea, pero aunque pasó toda la noche en la orilla, no pudo encontrar a su hijo.
Cuando el marido se enteró de todo lo que había sucedido, lo consumió la amargura y desesperación y la única salida que pudo encontrar fue quitarse la vida.
Como resultado de las tragedias que había desencadenado la aventura romántica de la mujer, acabó totalmente trastornada. Pasaba en la orilla del río buscando a su hijo y lloraba con desesperación, causando gran temor a todos los que pasaban por ahí.
Finalmente, el dolor terminó ganándole la batalla y se suicidó.
Mucha gente en Cuenca, asegura que el alma atormentada de aquella mujer, sigue buscando al bebé y que se puede observar la luz del farol en las orillas del río. Otros cuentan que el espíritu de la viuda del farol, solo asusta a los hombres y mujeres infieles que aprovechan la noche para cometer sus traiciones.