Leyenda en la isla San Cristobal, en el Cerro Brujo
En los confines misteriosos de las Islas Galápagos, una narración se entreteje con la bruma marina y las leyendas de antaño. Después del trágico ocaso de Manuel J. Cobos, una nueva vida se teje entre campesinos y pescadores que, como sombras danzantes, se aventuran en los recónditos confines de estas islas mágicas.
La historia se inicia con cinco pescadores, cuyos destinos se entrelazan entre las olas y la penumbra. Embarcan en una panga, cargando sueños y víveres, con cuatro de ellos descansando eternamente en las profundidades del mar y uno, con su aliento aún palpable, pero con el alma sumergida en las aguas eternas.
La trama se despliega cuando, en un día carente de peces, la panga avanza hacia lo desconocido, guiada por la luz ilusoria que abraza al Cerro Brujo. La orilla se convierte en el escenario de un ritual encantado cuando fuerzas invisibles y melodías celestiales los seducen a explorar las faldas de aquel cerro iluminado. La curiosidad vence el temor y varan la panga en la arena, saltando hacia tierras donde los límites entre la realidad y la fantasía se desdibujan.
Ángeles acuáticos emergen de las aguas, mujeres con estrellas de mar en la frente, túnicas de conchas luminosas y flautas fosforescentes que, sin ser sopladas, tejen melodías que hipnotizan a los pescadores. Descubren que son sirenas del mar, habitantes de las cuevas del Cerro Brujo, y son invitados a una fiesta nocturna. Entre danzas y manjares encantados, la flauta de la sirena más hermosa, hecha del espinazo del bacalao rey, induce a cinco chivos a rendirse a los pies de los pescadores.
La realidad y la fantasía se entrelazan cuando los pescadores, en un acto mágico, despostan los chivos al compás de la música encantada, entregándose al sueño junto a sus misteriosas anfitrionas. Al despertar, la línea entre el sueño y la realidad se desdibuja, y el temor y la alegría generan una disputa entre ellos. Jurando silencio, descienden del Cerro Brujo, encontrando la panga cargada de chivos flotando en la bahía, sumergiéndolos en un mar de misterios insondables.
Navegan hacia el puerto entre la incertidumbre y, con un anzuelo mágico, extraen bacalaos rey de las profundidades. El milagro se repite, y la panga sigue flotando. Su regreso a Playa de Oro se celebra entre aplausos y preguntas, pero el juramento y la creencia de estar inmersos en un sueño los mantiene en silencio durante días de llanto y desconcierto.
Las conjeturas y las explicaciones racionales intentan disolver el enigma, pero la realidad se desvanece cuando, años después, cada pescador desaparece en el mar en fechas distintas, sin dejar rastro. La verdad, enredada entre la magia y el realismo, permanece oculta, alimentando las costumbres de los pescadores que, aún hoy, cazan chivos en Cerro Brujo, entre ganancias y el compromiso de proteger los ecosistemas del Parque Nacional. En las aguas de Galápagos, la leyenda de las sirenas del Cerro Brujo permanece susurrando sus misterios, desafiando a quienes se aventuran en la danza eterna entre lo tangible y lo sobrenatural.