En lo más profundo de la selva amazónica ecuatoriana, donde la densa vegetación ocultaba secretos ancestrales, se erguía una aldea Cofán cerca de un misterioso río. En este lugar de encanto y peligro, vivía una hermosa doncella que, día tras día, se dirigía a sus aguas para bañarse y sumergirse en la tranquilidad de la naturaleza.
Un día, mientras la joven disfrutaba de las caricias del río en su piel, emergió de las aguas una imponente boa. El miedo se apoderó de ella, y su corazón latió con fuerza antes de desvanecerse.
Cuando recobró el conocimiento, se encontró ante un apuesto joven de ojos profundos. En ese instante, sus destinos se entrelazaron, y el amor nació entre ellos como un susurro en la brisa de la selva.
La doncella regresó a su aldea con el corazón lleno de felicidad, pero con el tiempo, la dicha se vio empañada por un misterioso embarazo. Sus padres y los habitantes de la aldea se inquietaron, pues no podían concebir cómo la joven podría estar en cinta sin haber tenido un novio. Decidieron seguir sus pasos hasta el río, en busca de respuestas.
Como un encargo disfrazado, le pidieron a la doncella que cruzara el río y trajera yucas del otro lado. Armada con su machete y su chalo, se adentró en la selva en busca de las raíces solicitadas.
Mientras lavaba las yucas en el río, la boa volvió a hacer su aparición, enroscándose alrededor de la joven.
Los testigos de esta leyenda fueron los mismos cofanes
Los Cofanes que la observaban desde la orilla, creyeron que la serpiente la estaba devorando y, desesperados, regresaron a la aldea para dar la alarmante noticia.
La sorpresa se apoderó de la aldea cuando, poco después, la doncella regresó con el encargo cumplido y completamente ilesa. A medida que los meses pasaron, dio a luz a un hijo varón, cuyo nacimiento solo profundizó el misterio que rodeaba a la joven.
La leyenda tomó forma
El apuesto joven que había aparecido en el río era en realidad un hombre-boa, y según las creencias de la aldea, se la llevó a su cueva río abajo.
Desde aquel día, la aldea vivió en constante temor. Cuando las boas se deslizaban silenciosamente por el río, los Cofanes se apresuraban a resguardar a sus doncellas, temerosos de que el hombre-boa pudiera volver y llevarse a alguna de ellas a las profundidades de lso ríos de la selva, donde la realidad se mezcla con el misterio y se esconde tras cada rincón del río.